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Crear la iluminación ideal en el quirófano puede no ser tan fácil como parece. La capacidad del cirujano para ver el área de operación de manera adecuada y limpia es uno de los factores que afectan el éxito de la cirugía. Para proporcionar una iluminación ideal de esta manera, existen algunas características comunes que deben tener las lámparas quirúrgicas. Echemos un vistazo a estas características juntos...
Los tejidos y órganos son superficies altamente absorbentes de luz. Por este motivo, es importante que una lámpara de quirófano ideal tenga un alto poder de iluminación. La lámpara a preferir deberá tener una potencia lumínica mínima de 120.000 lux y máxima de 160.000 lux. Dado que la intensidad de la luz por encima del nivel de 160 000 lux puede deslumbrar, este nivel de lux se ha determinado como el límite.
El gran diámetro de la luz utilizada durante la cirugía puede dificultar la visión clara del área quirúrgica. Por el contrario, no se prefiere un diámetro de luz pequeño, ya que impedirá ver el entorno inmediato, incluidos los instrumentos quirúrgicos y las bandejas. Por esta razón, el diámetro de foco del cabezal de la lámpara que se prefiera debe ajustarse al nivel deseado.
La gran cantidad de calor que emite la lámpara puede causar la preservación del tejido en el área quirúrgica. Al mismo tiempo, crea un ambiente incómodo para el cirujano y su equipo que trabajan bajo la lámpara. En resumen, se debe preferir que la cantidad de calor emitida por la lámpara sea lo más baja posible. Un cabezal de lámpara ideal no debería causar un aumento de temperatura de más de 0,5° en el área quirúrgica.
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